miércoles, 19 de enero de 2011

Todas las mañanas, recien levantada y aún con algunas legañas en los ojos enciendo el movil. No entiendo muy bien por qué. Es una costumbre que adopté cuando me enamoré de él. Es un acto involuntario. Supongo que lo hago para asegurarme de que no ha pensado en mi, de que no me ha enviado un mensaje diciendome cuanto me quiere o cuanto desearía verme. Pero incluso así nunca pierdo la esperanza. Seguiré esperando todas las madrugadas que hagan falta.

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